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Written by Sebastian on septiembre 6th, 2011. Posted in Allgemein

Destino Ispahán

El viaje a Ispahán lo hacemos sin problemas. La policía nos deja conducir por autopista (normalmente las motos no pueden) y el paisaje es genial: desierto, montañas con forma de reptiles, lagos de sal, otro atardecer y durante la noche la luna nos ilumina el camino… Unas luces al fondo descubren a un policía que nos pide los papeles y termina invitándonos a cenar en la comisaría (a las 18h y estamos con el Ramadán). Por desgracia vamos tarde y no podemos aceptar :(.

Al llegar a Ispahán visitamos enseguida el puente de los 33 arcos (Si-o-Se-Pol), uno de los más impresionantes de la ciudad. Esa misma noche encontramos por primera vez algo que se parece a un bar donde podemos tomarnos una cerveza con limón (por supuesto, sin alcohol). Un momeno increíble con vistar al puente.

Al día siguiente visitamos la plaza de Imam (Meidan-e-Imam). Nos llaman la atención sus impresionantes dimensiones (más de 500m de largo) y las mezquitas gigantes construidas en la plaza. Ispahánnos sorprende por ser una ciudad “verde”. Hay muchos parquecitos y árboles por todos lados – y eso que estamos en el desierto y hace alrededor de 40º. Y además, no dejamos de ver pequeños restaurantes abiertos durante el día (y el ramadán?). Las puertas y ventanas están tapadas con cortinas pero dentro están llenos de gente que no quieren esperar la noche para comer :).

 

Al día siguiente estamos invitados a comer en casa de un iraní que nos cruzamos el día anterior por la calle. Vivió durante años en Alemania y está encantado de hablar un poco alemán con nosotros. Después de comer (riquísimo, como siempre), visitamos un templo de fuego (antes del islam la gente mostraba el fetichismo hacia el fuego). Se encuentra en una colina, y al subirlo vemos que no nos encontramos demasiado bien. Los 45º son demasiado para nosotros y a los 10 minutos estamos destrozados. Sin embargo, la vista sobre la ciudad es increíble, así que merecía la pena.

 

Persépolis

A la mañana siguiente salimos dirección Chiraz para visitar la Persépolis. Tomamos el camino más largo, pero mucho más bonito para conducir que la carretera directa. Llegamos al día siguiente y pasamos alrededor de dos horas y media paseando tranquilamente. No hay casi nadie y disfrutamos de las ruinas casi solo para nosotros. Están en bastante buen estado, por lo que nos podemos imaginar cómo vivían los reyes persas y cómo recibían a sus invitados tanto tiempo atrás. Después de esto seguimos la visita con las tumbas de Naqsh-e-Rostam.

 

En el desierto

Al día sigueinte el viaje nos conduce a Yazd, una ciudad donde llegamos a los 50º. En el camino decidimos conducir un rato por la arena del desierto, una experiencia excepcional. Ya es Yazd aprovechamos para descansar antes de seguir dirección Kerman donde pasaremos una noche en el desierto. De camino nos encontramos con dos suizos; después de 13.000 km de carretera, los primeros moteros. Tras hablarlo con ellos, decidimos continuar juntos el camino para cruzar los 4 Pakistán. Y en ese mismo camino me doy cuenta de que se me ha olvidado el pasaporte en Yazd – quiero morirme, tendría que hacer 500km de vuelta para recogerlo. Así que con una llamada consigo que el hotel m envíe el pasaporte… los siguientes días la tensión es horrible; ¿y si no llega?

 

El primer día en Kerman vamos al desiero, como habíamos previsto. Esa noche será inolvidable para todos nosotros. Con el cielo lleno de estrellas dormimos a la intemperie esperando las estrellas fugaces y disfrutando de un silencio total. Por la mañana, me levano justo antes del amanecer y paso un momento de paz viendo el amanecer en el desierto. A la vuelta, el guía nos enseña un pequeño oasis de agua donde podemos bañarnos, en mitad del desierto!! Tomamos nuestro desayuno en el agua y volvemos a Kerman.

 

El pasaporte llega! Nos vamos a Pakistán!

En el hotel me explican que el pasaporte aún no ha llegado y que lo hará en unos tres días. Pedimos entonces que nos dejen acampar en el patio, y pasamos allí los últimos días, detrás del hotel, durmiendo en tiendas y cocinando con hornos de gasolina. Por fin llega el pasaporte. Qué peso me quito de encima. Sin él, mi viaje casi habría terminado. Todo se ha solucionado así que salimos dirección la frontera con Pakistán. Dormimos en Bam y otra noche en Mirjave antes de llegar. Después de la línea está Pakistán, pero esto lo dejamos para la próxima vez!

 

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